Aunque fue creado hace 17 años para brindar hospedaje a pacientes del hospital “Juan Graham”, quienes viajan de distintos municipios de Tabasco, el “albergue Amparito”, es hoy un refugio para migrantes deportados de Estados Unidos.
Su capacidad es para al menos 70 personas, pero con la conclusión del “título 42” en el vecino país del norte, su ocupación se ha duplicado en las últimas dos semanas por los vuelos que llegan a la entidad con 100 o 160 personas deportadas, en su mayoría originarios de Venezuela.
Alejandro Álvarez Mulato, coordinador del albergue destacó que este refugio fue creado en apoyo a los hermanos peregrinos que vienen de los municipios a recibir tratamiento de quimios, operaciones, entre otros, en el hospital Juan Graham.
Explicó que son una Asociación Civil católicos, y hacen lo que la palabra nos dice “cuidamos a ese hermano”, a quienes proveen de alimentos, ropa y se les brinda atención médica, apoyo psicológico y legal, en caso de que algún migrante quiera iniciar un proceso de regularización en el país.
Ahí se encuentra Armando Ochoa, de origen venezolano y deportado a Tabasco para que en breve sea regresado a su país.
Comentó que se demoró 10 días en una difícil travesía para llegar a los Estados Unidos, pero su sueño solo duró dos días, pues fue animado a entregarse al ejército estadounidense por voluntad propia y fue deportado.
“Armando”, pretende estar en Tabasco el tiempo que se le permita, para arreglar sus papeles y volver a “subir”, es decir, volver a intentar regresar a los Estados Unidos, aunque esto le implique un enorme riesgo.
En Venezuela dejó 4 hijos y a su esposa y aunque en su estancia en Tabasco puede obtener un empleo temporal, para “Armando”, es difícil por su condición de salud actualmente donde tiene que apoyarse de un bastón para poder caminar, tras una lesión que se provocó corriendo para no ser atrapado por migración.
Por: Liliana Calcáneo